viernes, 2 de octubre de 2009

Desahogo

Pues sí, eso mismo. Hoy no voy a hablaros de lo simpático y hermoso que está Miquelet, de sus parloteos, muecas e intentos de gatear y andar. Tampoco de lo cariñoso que es con sus primeros abrazos y ñama-ñamas (primitivos besos)

Hoy voy a hablar de mí, de la super mami, super woman... Por que no soy ni super mami, ni super woman y lo necesito. Yo presumía de no sufrir depresión post parto, de atender en todo a mi hijo, de enfadarme como una leona si me ayudaban por que necesitaba demostrar que yo podía con todo. Pues bien, no puedo con todo, un hijo te vuelve la vida patas arriba y las ayudas nunca vienen mal. Me he puesto el listón muy alto y me cabreo por que me cuesta mucho saltarlo.

Objetivamente veo que atiendo bien a mi niño, que es feliz, le cambio los pañales cuando hace falta sin mucha dificultad, le alimento con mi propio pecho o con las papillas, le visto con tiempo y paciencia, le saco a pasear en la mochila, juego con él... pero me hundo totalmente por que mis padres me tienen que acompañar a la revisión médica ya que el centro médico queda algo lejos y nos llevan en coche (yo no tengo carnet de conducir) y mi madre tiene que entrar en la consulta para desvestirlo y vestirlo de prisa en la alta camilla ¿Es normal que me hunda totalmente por ello?. Es que debería ponerme mi capa de super woman para llevarlo al médico, pero no la encuentro.

Soy discapacitada de nacimiento y, no nos engañemos, eso conlleva sobreprotección generalizada consciente e insconcientemente. Hace poco fui una embarazada discapacitada durante 42 semanas ¡mimos y atenciones superlativas! Y, de repente, llega la cosa mas bella del mundo reclamando todo eso y mucho más y quedo en segundo plano para mí misma. Alguien dependiente de mí (¿no soy yo la dependiente?) Evidentemente, todo esto lo sabía antes de que naciera Miquel, pero una cosa es saberlo y otra cosa es vivirlo día a día y asimilarlo y en ello estoy.

Todo ese cocktel con la revolución hormonal que conlleva la lactancia, que seguimos con ella mejor que nunca. Me estoy recuperando de la anemia que me quedó después del parto. En fin, que a veces no sé ni lo que digo. Hace pocos años que conseguí autonomía para salir y entrar cuando yo quería y adonde yo quería sin depender de nadie. Y ahora, vuelvo a ser dependiente de mi hijo y de mis padres. De mi hijo por que decide los horarios y de mis padres por que me ayudan a ponermelo en la silla. Aunque esto último espero solucionarlo con un cinturon bueno de ortopedia para la silla de ruedas. No trabajo, mi vida es mi hijo y eso, a veces, me ahoga. En fin, he de ir aceptando todos estos cambios sin hundirme ni alterarme, pero creo que las hormonoas juegan en mi contra.